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La delgada línea roja en TV

Cristóbal Lira

A raíz de las últimas sanciones aplicadas por el Consejo Nacional de Televisión a Mega, por haber vulnerado la dignidad de un menor supuestamente abusado en su noticiario Meganoticias Central, y a Canal 13 por exponer a un padre al momento de recibir la noticia del fallecimiento de su hijo, en el matinal Bienvenidos, surge nuevamente la preocupación por la exposición televisiva de las víctimas.

A diario vemos cómo en espacios informativos y misceláneos las personas que han sido víctimas de un delito son expuestas una y otra vez a las cámaras, aumentando las consecuencias sicológicas y sociales del delito y transgrediendo sus derechos fundamentales como seres humanos.

En CNTV, como organismo regulador de la televisión chilena, en conjunto con el Programa Apoyo a Víctimas de la Subsecretaría de Prevención del Delito, estimamos fundamental reflexionar y abrir un debate sobre el rol de los medios de comunicación a la hora de informar los delitos contra las personas.

Cuando la TV se enfrenta a este tipo de noticias, tiende a “espectacularizar” la información y construir el relato televisivo principalmente desde el dolor de las víctimas, dañando su intimidad e identidad, lo que vuelve a victimizar a los afectados y a sus familiares. Recurre al uso de ciertos recursos, como por ejemplo la reiteración de imágenes, el uso de primeros planos y de musicalización para generar dramatismo y sensacionalismo, impactando emocionalmente tanto en las víctimas como en las audiencias.

Según la última encuesta sobre el tratamiento en los noticiarios de los delitos contra personas, realizada por el departamento de estudios del CNTV, un 76% de las personas dijo que frecuentemente la televisión muestra el dolor o sufrimiento de las víctimas. Además, ocho de cada 10 entrevistados declaró haber estado expuesto a alguna noticia delictual en el último tiempo, principalmente de prostitución infantil, abusos sexuales o parricidio.

Creemos que la televisión debe contar con herramientas, lineamientos, estándares y orientaciones de carácter ético y programático para lograr una cobertura de calidad a la hora de informar hechos noticiosos, sobre todo los relacionados a casos delictuales y en especial aquellos de connotación sexual.

Actualmente, estamos trabajando en esta línea para obtener documentos prácticos que permitan guiar no sólo la labor periodística frente a estas noticias, sino también a las propias víctimas para que conozcan sus derechos y las acciones que pueden emprender en su defensa. La apuesta conjunta, sobre la base de la experiencia internacional y el aporte que ya han realizado los medios de comunicación e instituciones académicas en distintas instancias de debate, no busca coartar el trabajo periodístico, sino que simplemente sugerir conductas, normas y abrir instancias para denunciar y sancionar a quienes hayan  incurrido en casos de victimización secundaria.

Como sociedad no podemos conformarnos con que las propias víctimas sientan que si su caso no aparece en televisión, probablemente nunca puedan acceder a una justicia reparatoria. Necesitamos hacernos cargo de esta realidad y creemos que comenzar por la búsqueda de un ejercicio del periodismo “sin daño” es un primer paso muy importante.