La evolución del Ministerio de Hacienda en sus 200 años
Este año, el Ministerio de Hacienda celebra su bicentenario. Y su historia en estos 200 años ha sido la de la creación de nuestra institucionalidad económica, a través de gobiernos de muy distinto signo. Este ha sido un elemento central para forjar el Chile que somos hoy y que debemos proyectar. En este aspecto, me enorgullece especialmente haber recibido junto con el ex ministro Alejandro Foxley el Premio a la institucionalidad económica que Icare, en sus 60 años, hizo recaer en el Ministerio de Hacienda.
La evolución de los ingresos fiscales en los tiempos del estanco, siguiendo con la época dorada del salitre y el debate entre “oreros” y “papeleros”; cómo nacieron los impuestos a la renta y al comercio exterior, además del surgimiento de la explotación de la industria del cobre y su impacto fiscal; hasta la creación de tributos modernos como el impuesto al valor agregado y tratamientos como el FUT, son parte de este relato.
También lo son las reformas tributarias y las que crearon y modernizaron el mercado de capitales; los tratados de libre comercio y el liderazgo de Chile en la integración comercial con el resto del mundo, incluyendo nuestra reciente participación en la Alianza del Pacífico; el ingreso a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE); y la creación de un Consejo de Estabilidad Financiera y de un Consejo Fiscal Asesor, entre otros aspectos.
En este devenir de las finanzas públicas es interesante constatar cómo el precio del cobre -nuestra principal materia prima de exportación desde la década de 1920- desataba las presiones por más gasto fiscal en épocas electorales. No en vano, para algunos historiadores, los excesos fiscales resultaron decisivos en hitos como la decadencia del Imperio Romano y la Revolución Francesa de 1789, mientras otros asignan a los problemas de sus cuentas públicas un rol significativo en la declinación de España luego de Carlos V. Destaca, por ello, el nacimiento y consolidación de la regla fiscal de balance estructural que permite guiar la política fiscal sobre la base de parámetros de largo plazo.
Sin duda, todavía nos restan grandes tareas, como derrotar la pobreza, reducir las desigualdades y convertir a Chile en un país desarrollado antes de que termine esta década. Alcanzar estos objetivos depende de nosotros. Ese ideal -que brindará más y mejores oportunidades para todos los chilenos- está quizás más cerca que nunca antes en la historia nacional. Pese al complejo escenario externo que hemos debido enfrentar, mostramos hoy una trilogía de resultados bastante única en el mundo: crecimiento económico sostenido, fuerte creación de empleo y las menores tasas de desempleo en tres décadas, con inflación controlada. Todo ello se ha logrado proveyendo de un ambiente macroeconómico estable y sano que ha sido reconocido tanto por los organismos internacionales de mayor prestigio, como el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), como por las principales clasificadoras de riesgo del mundo y la comunidad financiera internacional.
Por el edificio de Teatinos 120 pasan prácticamente todos los proyectos de ley, políticas públicas y decisiones que requieren recursos, crean facultades o cambian la institucionalidad de los organismos públicos. Por ello, el Ministerio de Hacienda tiene una posición vital dentro del gobierno, y su titular ha integrado el comité político de ministros desde hace décadas. Esta responsabilidad impulsa a poner un especial esfuerzo en buscar el diálogo, el consenso y la unidad e intentar acuerdos con los distintos poderes del Estado y todos los sectores políticos y sociales. Debemos valorar lo que hemos logrado entre todos como país y no escatimar esfuerzos en seguir buscando acuerdos para continuar avanzando.
Con ese objetivo en mente, la misión de resguardar la institucionalidad de un país que tiene el Ministerio de Hacienda es un factor clave para avanzar en nuevos consensos que vayan más allá de las legítimas diferencias entre quienes habitamos esta querida tierra de Chile.
Columna publicada en EL Mercurio
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